sábado, 23 de agosto de 2014
Mermelada de ciruelas verdes
Este año nada más llegar a la aldea me regalaron este cubo de ciruelas verdes, que aunque estaban recibe cogidas del árbol, hacia tiempo que debían haber sido recolectadas porque estaban muy muy maduras.
Así que decidimos hacer mermelada, que encima del requesón o la mantequilla del desayuno está buenísima. Y si le echamos una cucharadita a un yogur natural te chupas los dedos.
Lo primero que hice fue volcar el cubo en el fregadero y lavarlas muy requetebién.
A continuación, las metí en una olla en la que cupieran todas y las puse a cocer. Sólo le añadí un vasito de agua para que al principio no se quemaran. Después ellas empiezan a soltar mucha agua.
Ahí las tuve alrededor de tres cuartos de hora, removiendo de vez en cuando. Cuando observé que empezaba a desprenderse la piel y el hueso las aparté. Separé la fruta del líquido que había soltado, pero reservé el líquido aparte.
Entonces retiré los huesos.
El tiempo de cocción dependerá de lo madura que esté la fruta. En este caso estaba muy madura. La piel no se la retiro porque me gusta encontrármela y además es donde está la fibra, estupenda para nuestro tránsito intestinal, jajaj.
Después volví a poner la fruta en una olla y le añadí el caldo que había reservado. La dejé cocer al menos media hora más y se comenzó a poner más oscurita.
Después de media hora había reducido bastante, fijaos en la marca de la olla.
Momento de añadirle el azúcar. Siempre se ha dicho que la mermelada lleva la misma cantidad de fruta que de azúcar, en peso. Si queréis hacerlo así, en el paso donde hemos retirado los huesos debemos pesar la cantidad de fruta que queda y ahora añadir esa misma cantidad de azúcar.
Yo no lo hice así, lo hice a ojo y según mi gusto, es decir le fui añadiendo azúcar y fui probando hasta que me pareció buena. Me gusta la acidez de la ciruela y si lleva demasiado azúcar se esconde.
Si vais probando debéis recordar que siempre en caliente parecerá más dulce de lo que está cuando se enfría. Dejamos cocer un poco más hasta que adopte la consistencia que queramos. También debemos tener en cuenta que al enfriar queda más espesa.
Es hora de envasar. En este caso nosotros lo hicimos en tarros de cristal reutilizables. Si quereis envasarlos al vacío para que os duren más, deberéis no rellenar el tarro hasta arriba del todo y una vez puesta la tapa, girarlo y esperar que se enfríe el contenido boca abajo. Una vez frío ya podéis poner volver a darle la vuelta.
Nosotros esa tarde rellenamos un bizcocho que nos habían regalado con dos capas de esta rica mermelada. Mmmm!!! Para chuparse los dedos.
¡Ya me contaréis!
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